Saturday, September 3, 2016

“Si El Alto fuera un bastión del MAS yo no sería alcaldesa”

Soledad Chapetón afirma que Bolivia tiene una "deuda histórica” con la ciudad de El Alto, debido a la lucha que encabezaron los alteños en 2003 para la recuperación y la industrialización de los hidrocarburos.

"Hay una deuda histórica que tiene que ser cumplida en este periodo”, dice la Alcaldesa alteña en el Desayuno de Trabajo de Página Siete.

Asimismo, cree advertir un cambio en la actitud del gobierno de Evo Morales en relación con su gestión.

"Yo más bien creo que ha bajado el nivel de la amenaza inicial, eso de decir ‘no voy a hacer nada con El Alto’. Creo que ha bajado de nivel. Yo siento que ha sido así (…). Entonces, no puedo decir que nos han tratado mal”, sostiene.

La Alcaldía de El Alto vive un momento difícil, aunque no sabemos si vivió alguno fácil…
Bueno, es un reto. La diversidad que caracteriza a la población de El Alto hace que cada una de sus instituciones tenga su propia particularidad. El Alto es uno de los ejemplos más claros de que es una ciudad bastante diferenciada, debido, sobre todo, al carácter migratorio de su población, a la sobredemanda de todo tipo que existe por el crecimiento poblacional. Nosotros hemos encontrado una institución pública no sólo bastante compleja en su propia esencia, sino una institución cuoteada, pactada, con cero de institucionalidad.

Hemos heredado todos esos problemas y encima hemos tenido que sopesar varios otros que se han ido presentando en el camino. Entonces, obviamente, es un reto difícil, pero compensa el compromiso, la responsabilidad con el apoyo de la población, los objetivos que nos hemos trazado para poder llegar a esta institución, el cariño de la gente. Es, por supuesto, un momento político muy fuerte. Nos ha tocado entrar en un momento cercano a un referendo nacional y hoy estamos ante una crisis económica que se nota cuando tienes que planificar y ponerte de acuerdo con los actores sociales para ver la proyección y las acciones futuras.

¿El Alto es una ciudad ingobernable?

Es una ciudad gobernable, porque si fuera ingobernable la Alcaldía tendría que desaparecer, tendríamos que ver otra manera de generar normas y leyes. Lo que pasa es que en la ciudad de El Alto hay demandas muy fuertes, hay una gran cantidad de familias con necesidades básicas insatisfechas y un nivel alto de pobreza extrema. Todo esto, más la sangre revolucionaria que tenemos los alteños, producto de la migración de las minas y del área rural, tal vez complican la gobernabilidad, pero yo no puedo afirmar de ninguna manera que sea una ciudad ingobernable.

Yo más bien creo que la población tiene necesidad de normativas legales, tiene necesidad de una presencia de autoridad en el municipio y necesita el acompañamiento no sólo de la Alcaldía sino de la Gobernación y del Gobierno nacional.

¿Fue una mala noticia para Soledad Chapetón el triunfo del Sí en El Alto?

La verdad, no, porque también soy política y los políticos tenemos que leer la torta completa. Con el referendo había que mirar la torta completa, no mirar la torta parcelada. Muchos han dicho que el resultado fue un respaldo al Movimiento Al Socialismo y que eso iba obviamente a fortalecer al movimiento político de oposición a nuestra gestión. Eso, obviamente, lo hemos sentido, pero no es que me haya molestado o incomodado. Yo creo, más bien, que con la presencia nuestra, con el voto que hemos ganado, hay una nueva oportunidad no solamente para nuestra ciudad, sino para Bolivia, porque muchos de los escenarios políticos de renovación y de cambio de nuestra historia o que han marcado en la historia del país, provienen justamente de esta ciudad revolucionaria.

Además de afrontar conflictos con las Fejuves, loteamientos, problemas institucionales, etc., su gestión ha enfrentado a una relación complicada con el Gobierno, que se ha complicado más después del ataque de febrero y se ha tensado con el tema del pacto fiscal. ¿Cómo ve usted esa relación?

Ya nos habían anunciado, así que no es una sorpresa, cuando era candidata, que no iban a trabajar conmigo en particular, pero yo creo que la situación ha hecho más bien cambiar un poco el criterio del Gobierno, porque a mí no me ha elegido el líder del partido, me ha elegido la población, una población que también ha apoyado al presidente Evo Morales. Yo más bien creo que ha bajado el nivel de la amenaza inicial, eso de decir "no voy a hacer nada con El Alto”. Creo que ha bajado de nivel. Yo siento que ha sido así. No es que nosotros vayamos a participar, porque sabemos que no compartimos ideología política en todos los escenarios políticos que genera el Gobierno, pero sí tenemos la responsabilidad de representar a la segunda ciudad más importante de Bolivia y eso ha hecho de que nosotros podamos trabajar institucionalmente en varias áreas. Hemos tenido la posibilidad de engranar en trabajos con el Ministerio de Salud, con el Ministerio de Gobierno para poder encarar un trabajo de Seguridad Ciudadana y en otros temas que tienen que ver con la participación de la Policía Nacional; últimamente cuando se nos anuncio que había un presupuesto para alcantarillado domiciliario pluvial, con el Ministerio de Medio Ambiente. Por un crédito del Banco Interamericano de Desarrollo, con el Ministerio de Planificación, sí nos ha hecho sufrir durante varios meses; es más, hasta ahora no tenemos claridad de esa futura inversión. Pero sí hablamos con otras áreas dependientes del Gobierno y hemos podido engranar en un trabajo quizá no como esperábamos de colaboración, ha habido una coordinación mínima. Entonces, no puedo decir que nos han tratado mal.

En relación con el incendio de la Alcaldía, que ha sido muy doloroso para la ciudad de El Alto, ¿cuál es su balance a algunos meses de ese acontecimiento tan triste?

Sí, fue un momento muy crítico, producto del odio, la venganza. Varios de los voceros del MAS en El Alto han lanzado adjetivos y amenazas. Ha sido un escenario bastante difícil, personalmente y municipalmente. Vamos a cumplir los siete meses de haber solicitado, por ejemplo, que nos desprecinten el edificio para tener la posibilidad de sacar documentación que es valiosa para la gestión, que es valiosa para la ciudad, como por ejemplo los proyectos que tienen que ver con los servicios básicos del alcantarillado de los distritos 7 y 14, que estaban en etapa final. No hemos podido sacarla. Además de la pérdida de nuestros seis compañeros de trabajo, que obviamente repudiamos y no vamos a olvidar, está este perjuicio que estamos viviendo. Todo esto está demostrando el odio, la rabia que tienen contra nuestra gestión.

¿Quiénes son los responsables de este odio y venganza?

Yo ya he dicho lo que tenía que decir y la verdad es que lo he hecho con un sentimiento de dolor, de bronca, de rabia, de muchas cosas contenidas hasta esa fecha, de dolor por la muerte de seis compañeros de trabajo, varios de ellos muy cercanos a mi persona. La razón por la que uno llega a la institución es hacer un servicio a la sociedad y debemos trabajar por ese objetivo.

Ese tema se está ventilando ahora en el Poder Judicial, así es que no voy a remitirme a ningún otro comentario más a los que ya he hecho.

Hubo algunas amenazas por parte de algunos dirigentes vecinales, muchos de ellos supuestamente parte del ataque del 17 de febrero. ¿Cómo van las relaciones a ese nivel?

Al igual que todos los alteños, yo lamento que haya una división en la gloriosa Federación de Juntas Vecinales de El Alto, pero es importante mencionar que en estos 15 meses de gestión hemos tenido un nivel de coordinación, de respeto, con la mayoría de las juntas.

No quiero transmitir cosas que puedan tomarse como perjudiciales en la investigación del 17 de febrero, pero nos llama la atención que haya cúpulas dirigenciales a las que se las identifica a través de medios de comunicación en el movimiento del 17 de febrero, pero que no se las convoca para que presten declaración. Cómo no se lo convoca, por ejemplo, a Marcelo Elío, que es una de las personas que estuvo en el escenario, no voy a decir liderando, pero que no se explica que haya estado desde las ocho de la mañana en un escenario donde ha de haber un problema. Hace una declaración en la que dijo que era un autoatentado, después se retracta y dice "no, no, eso no ha sido un autoatentado, ha sido provocado”.

Es como si hubiera una línea política de encubrimiento a estas dirigencias que posiblemente sean las que quieran retomar o de compromisos debajo de la mesa, que es lo que la población obviamente reprocha y que no podemos probar, pero que sabemos que en la politiquería y la política sucia se hace, como hablar por debajo de la mesa y hacer acuerdos: "yo recupero este bastión político”, como llamaba a la ciudad de El Alto el MAS. ¿A cambio de qué?, a cambio de encubrir, a cambio de tapar. Entonces, sí, posiblemente todavía se quiera mantener ese tipo de amenazas, pero yo pienso que son amenazas que no van a durar, porque se actúa con odio, con rabia, sin una justificación mínimamente aceptable, y eso rechaza la población.

¿Usted cree que El Alto ya no es el bastión político del MAS?

Nunca lo fue. La ciudad de El Alto tiene una tendencia política también muy volátil. Se dice que El Alto pone presidentes y también los quita y lo hemos visto. Eso es parte de la historia de la ciudad. Si El Alto fuera bastión de un partido político eso continuaría en el tiempo, pero no se da. Si así fuera, yo no sería Alcaldesa. Por eso no me gusta hablar de bastión político. Los alteños siempre hemos criticado que nos vean como un rebaño, que digan "aquí está la masa, hay que darles algo para que nos apoyen”. En una política neoliberal del pasado se tenía ese criterio, de decir "vamos a las masas, vamos donde los pobres a darles cosas o a darles esperanza”, y así aparentemente ganaban su apoyo. Yo pienso que El Alto es una ciudad con mucho criterio.



"El nuevo pacto fiscal no es sólo plata, es cumplimiento de la autonomía”

La Alcaldesa de El Alto cree que el Gobierno tiene que cambiar la modalidad de transferencia de recursos y competencias a los gobiernos subnacionales.

"Los alteños recibimos un presupuesto muy diferenciado frente a otros municipios como Tarija o Santa Cruz, y vemos la necesidad de generar un diálogo. He visto una predisposición muy importante de todos los alcaldes del eje troncal de Bolivia para abordar este problema. Todos hemos dicho que éste es el momento de hablar, porque no podemos esperar que los recursos públicos se malgasten, mucho más cuando hay tanta necesidad. Hemos generado un compromiso y encomendamos a la presidencia de la Asociación de Municipios para que pueda llevar la representación real”.

Según Chapetón, El Alto tiene sólo un pequeño porcentaje del presupuesto nacional y existe una deuda histórica con ese municipio. "El 82% lo administra el Gobierno, sólo el 18% se distribuye entre los municipios y las gobernaciones. ¿A quién le pide el vecino agua, luz, alcantarillado, luminaria pública, parque, escuela, salud? El Gobierno genera normas en las que te delega las responsabilidades, pero no cumple con la propia Constitución que dice que, además de delegarte obligaciones, tiene que darte plata. Pero el nuevo pacto fiscal no es sólo plata, sino también cumplimiento de la autonomía de los municipios”.

La Alcaldía de El Alto estaba totalmente desinstitucionalizada

Chapetón sostiene que la Alcaldía de El Alto era una institución prácticamente colapsada, corrupta y cuoteada al momento de iniciar su gestión.

"Eso es lo que encontré. Y con eso, ¿qué es lo que puedes tener de resultado? No vas a tener de resultado procesos transparentes”, afirma y comenta que cuando tomó las riendas del municipio alteño, a mediados de 2015, ya había proyectos comprometidos, proyectos con presupuesto, a los que tenía que dar continuidad. " Dimos continuidad a todo lo que se podía continuar siempre y cuando eso no trajera problemas posteriores, no solamente en el cumplimiento de las normativas legales como la Marcelo Quiroga Santa Cruz, sino problemas futuros a los beneficiados con ciertas obras”.

En un pequeño resumen, enumera que había obras sin procesos de contratación comprometidas, como el famoso caso de las Escuelas Dignas; graves problemas administrativos, no había un sistema de registro, no había transparencia con los bienes.

"Hemos recuperado varios bienes públicos que estaban en manos de sindicalistas y dirigentes, también. En fin, hemos encontrado una Alcaldía totalmente desinstitucionalizada”, dice.

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