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Wednesday, August 9, 2017
Doria Medina: “Puedo bailar con facilidad hasta abajo”
Su padre no tuvo una carrera universitaria y trabajaba como boletero de cine, pero se encargó de dejarle marcada la importancia de la educación.
El Samuel Doria Medina (58) serio que todos conocen ahora, era una oveja negra. Picaflor e indisciplinado, estuvo en siete colegios y terminó en un internado en Argentina. Se ‘rehabilitó’ al pasar por Economía en la Universidad Católica Boliviana y por otra institución en EEUU, cuando la dictadura cerró su centro académico aquí; obteniendo los puntajes más altos. Después estudió en Inglaterra; a los 28 años fue presidente de Soboce y a los 32, ministro.
Está casado desde hace 34 años con Nidia Monje y tiene seis hijos. Ha heredado los pormenores de sus empresas a su descendencia y a su equipo de trabajo, para dedicarse a la política, su verdadera pasión, y a nuevos proyectos, incluso una serie televisiva que quiere negociar con HBO.
Convirtió el drama de sobrevivir a la caída de un avión en sentido del humor, como creador de la célebre frase: “Carajo, no me puedo morir”, y su formación financiera lo hace imperturbable hasta para hablar de sus dos cercanías con la muerte, la otra un secuestro por 45 días. Eso sí, cara a cara sonríe más de lo que reflejan sus spots y redes.
Ríe más de lo que se sabe de usted...
Sé que tengo la imagen de una persona muy seria y acartonada, pero mis amigos saben que me gusta reír y pasarla bien, creo que la risa es un alimento importante en la vida.
Hay muchas críticas a su falta de carisma; sin embargo, usted persiste en ser figura protagónica de la política.
Mis adversarios utilizan eso porque no pueden criticarme por otras cosas. Dicen “no tiene carisma, es muy serio”. Lo mío tiene que ver con una vocación. He sido empresario por accidente, me llamaron de Soboce para ser presidente cuando me retiraron del Ministerio de Planeamiento por ser crítico con el DS 21060.
Planeé que sería por un año y dediqué 25, pero no me veo envejeciendo ni terminando mis días como empresario. Otros me dicen que podría estar en París o en Miami, no acá haciéndome enjuiciar, y lo pensé cuando estuve secuestrado, pero no hay lugar seguro, solo hay que ser cauteloso. Además, quiero que mis hijos y nietos vivan aquí y que tengan un mejor país.
El público es impetuoso en las redes y pregunta ¿De cuánto es la fortuna de Samuel?
(Jajaja) No soy como Rico Mcpato con mi piscina llena de dinero. Mi mayor satisfacción no es ganar dinero, sino generar empleo. He visto cambiar familias cuando hay trabajo y progreso. Cuento los empleos, no los recursos.
Antes de mi secuestro no daba importancia al dinero y después me di cuenta de que la vida es mucho más importante. Cuando la gente está muriendo no dice “hubiera querido trabajar un poco más, sino estar más con los seres queridos y hacer lo que quería”. Después de estar cerca de la muerte varias veces, mejor que atesorar dinero es viajar con la familia.
¿Le ha mermado fortuna su paso por la política?
Desde luego, este Gobierno ha tratado de ponerme todos los obstáculos posibles, de complicarme la vida, pero no soy manco.
Sus hijos ya están grandes, ¿su hogar pasa por el síndrome del nido vacío?
Así es. Tenemos una casa donde todos mis hijos tenían un cuarto y hay uno que se ha venido a Santa Cruz, que me va a dar nietos cambitas (jajaja); tendré nietos collitas y cambitas. Mi hija vive en La Paz, dos están en Estados Unidos, el último se va y el mayor de todos vive en Estados Unidos, entonces nos hemos quedado solos en la casa con mi esposa, pero los fines de semana vienen mi hija y mi nieta. Obviamente que la casa se va vaciando.
¿Cómo reaccionaría si tuviera un hijo gay?
Creo que en esta etapa, en el siglo 21, se ha determinado que ser gay no es como se pensaba antes, que eran personas enfermas de la cabeza, o que eran malos o que pecaban o no sé qué. Soy una persona bien informada y sé que es algo biológico, que se determina en la barriga de la mamá y que es un tema de hormonas que reciben los bebés. Hay que respetar las opciones sexuales de las personas y no forzar las cosas. Soy respetuoso.
¿Se sentiría cómodo en un almuerzo familiar si un hijo suyo está con demostraciones de afecto con su pareja del mismo sexo?
Está claro que los hijos son hijos y uno no piensa en su vida sexual, yo no me detengo a pensarlo y creo que hay que respetar la elección y las opciones de las personas. He viajado mucho y he visto cómo en otros lugares es mucho más natural; he visto en Santa Cruz cómo se ha ido aceptando, han salido personas con pareja gay como algo más normal. Eso todavía no se ha dado en el resto del país y Santa Cruz está a la vanguardia.
¿Está de acuerdo con el aborto?
Lo que dice la Constitución de nuestro país es un justo medio, cuando está en peligro la vida de la madre, o hubo una violación. Hay otros países vecinos donde no hay aborto por ninguna razón, ni aunque esté en riesgo la vida de la madre que tiene seis hijos porque es delito; o hay países en los que el aborto es como sacarse una muela. No creo que esos extremos sean buenos. El consenso al que se llegó acá de que haya aborto en ciertos casos, es razonable.
¿Y la eutanasia?
En algún momento no tiene sentido prolongar la vida de manera artificial, pero el problema ético es quién decide, si uno mismo. Conocí el caso de Cayetano Llobet, y no veo mal que alguien quiera morir dignamente, con sus seres queridos. Un momento dramático como la caída del avión dio lugar a su frase famosa...
Debe ser lo peor que he sentido, pese a que cuando estuve secuestrado tuve un arma en mi sien cargada e hice mi última oración. Pero cuando cae el avión, es como si a uno lo metieran en una licuadora y apretaran la velocidad más fuerte. Entonces ahí fue que yo sentí nuevamente la presencia de la muerte, cercana, no la acepté y me salió de muy adentro, del alma, ese “carajo, no me puedo morir”.
Cuando el avión caía ¿de qué se arrepentía?
Para ser franco, había rebeldía, no pensaba en morir, a los jóvenes les digo no hay que achicarse ante un obstáculo, lo importante es levantarse más rápido de lo que uno cae. Sentía que tenía muchas cosas que hacer. Tengo una tía religiosa que me decía: “Dios te ha reservado una tarea importante”, y su hijo que es pragmático le dice: “lo que pasa es que todos hacemos fila para el otro mundo, nos va a llegar, pero en Bolivia no hacemos caso a las filas y se le han colado muchos a Samuel”. En el tiempo extra que me ha dado Dios quiero dejar un mejor país.
¿Qué siente por Evo?
¡Ay! (suspira y ríe). En su primer mandato hizo cosas buenas, pero después se le ha subido el poder a la cabeza, olvidó las prioridades y perdió una gran oportunidad. Nadie como él ha dispuesto de tantos recursos para cambiar la vida de todos los bolivianos.
¿Le divierte la forma en que se viralizó su frase?
Carajo no es una mala palabra, era la región más alta del barco, la que más se movía e indisponía. Quizás otra palabra más sucia no hubiera sido tan popular. He encontrado de todo, hasta un restaurante fuera del país con ese nombre, le saqué una foto y 350.000 personas vieron esa fotografía. En las circunstancias más curiosas, alguna vez me piden que la diga; en una ocasión, en un camino paró una flota, de noche, y un joven me dice por favor repita su frase, y quería filmarme.
El Carnaval cruceño es una vitrina política que usted no ha aprovechado.
He venido, pero hay que ubicarse, hay políticos que hasta en un velorio están saludando a la gente creyendo que van a ganar votos. Yo soy más cuidadoso, no voy a querer aprovecharme de su Carnaval.
¿Participaría en un reality?
Depende. Por ejemplo el actual presidente de Estados Unidos hizo un reality show que tenía cierta lógica, pero en Argentina hay unos programas ya más complicados.
¿Exagera Santa Cruz con su gusto por la farándula? En otras ciudades critican eso...
Todo dentro de ciertos límites es razonable. En nuestro país no hay muchos artistas, y a veces meten a los políticos y a otra gente. Yo diría que es un poco de envidia del resto del país porque en el Carnaval cruceño tienen las chicas muy lindas, y eso genera discusión. Hasta yo en mi casa genero el debate.
¿Samuel sabe bailar?
Claro que sé bailar. El otro día mi hijo me criticaba que había una actividad de la oficina y me quedé bailando tres horas. Nadie pensaría que me pasaría toda la noche así.
¿Baila bien?
No soy el mejor bailador, no tengo buen oído. El otro día impresioné en una actividad y mi esposa me estaba mirando medio raro porque bailé Despacito e iba bajando despacito, porque tengo buena pierna, ya que hago bicicleta y troto desde hace 15 años.
¿Puede con un reguetón, un ‘perreo’?
Puedo bailar con facilidad hasta abajo y me sale muy bien.
¿Con qué trago acompanaría ese baile?
Lo único que tomo es vino, las bebidas más fuertes me hacen daño, pero al vino lo proceso muy bien; puedo tomarme una botella en la noche y al otro día correr 10 kilómetros.
¿Era un picaflor en su juventud?¿Cuántas cortejas tuvo?
(Jajaja) Varias y no hay para qué contarlas, pero me casé con quien era mi compañera de universidad. Ella también es economista.
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