El entorno “quintanista” que rodea a Evo Morales volvió a tenderle una trampa al Jefe del Estado Plurinacional induciéndole a enfrentarse con sectores de la población que, si bien comulgan fervorosamente con el anhelo nacional de recuperar nuestra cualidad de país marítimo, optaron por mirar de palco la multitudinaria marcha de miles de adherentes del Presidente portando una tela azul de casi 200 kilómetros de longitud sobre la carretera entre Oruro y La Paz.
El “banderazo” de ayer tuvo los ribetes de una movilización épica protagonizada por miles de servidores públicos, estudiantes, militares, conscriptos y comunarios, además de activistas y otros beneficiarios que militan en el Movimiento al Socialismo (MAS). Pero aquel acontecimiento que devino en un exitoso acto de proselitismo electoral, no activó la emoción cívica de quienes no militan en el partido gobernante ni están sometidos a las presiones de la dependencia laboral o contractual en entidades y empresas del Estado.
“Yo voté por el NO en el Reférendum, oponiéndome a la nueva repostulación de Evo Morales” —comenta Carmen Benavidez, profesora jubilada que radica en Cochabamba—, “pero me parecía justo respaldar activamente la política de Evo para volver al mar; y sin embargo me volví a decepcionar cuando se hizo tan notoria la manipulación política de ese ‘banderazo’ que derrochó tanta tela diciéndonos que es la bandera de la reivindicación marítima y no es más que la bandera azul del MAS”.
Si el memorable “banderazo” de este 10 de marzo hubiera enarbolado el color original del Pabellón Naval creado en 1966, el resto del país —que observó con indiferencia ese acto partidario— se habría sumado al movimiento con un sentido de unidad nacional que en este caso no existió y sólo sí, una vez más, esa marcada tendencia a la polarización política y a la creciente y peligrosa odiosidad entre los bolivianos.
El temido objetivo neo-estalinista del Siglo XXI de instaurar en el país un régimen de Partido Único (con una cierta hegemonía narco-mafiosa además), volvió a alejar a Evo Morales de la posibilidad de ejercer un liderazgo democrático recuperando los votos y la simpatía que perdió en los dos 21 de Febrero: en el Referéndum del 2016 y en el Cabildo Ciudadano del 2018. Nadie le habría negado al Presidente añadir más kilómetros de tela a su “banderazo”, si el tono del azul en el color del género hubiera sido el correcto: Azul Mar SI, Azul Marino NO.
Avasallando el sentimiento militar
Cuando mi colega Walter Chávez me preguntó a fines de la década pasada qué opinión me merecía la idea del entonces Ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana, para obligar a las Fuerzas Armadas adoptar como lema oficial el grito guevarista de “Patria o Muerte”, le contesté que me parecía una broma de mal gusto; que más digno para nuestro Ejército sometido a la CIA cuando se tuvo que capturar y asesinar al Che, sería adoptar la consigna inmortal del valeroso guerrillero de la Independencia Tambor Vargas: “Moriremos si somos sonsos”. A los pocos días de aquella sarcástica conversa con mi colega peruano, leí la noticia de que el Comando en Jefe de las FF.AA., por órdenes de su Capitán General, había adoptado oficialmente aquel slogan “sugerido” por el ahora Embajador en Cuba.Un lustro después, en septiembre del 2015 —a pocos días de conocerse la resolución del Tribunal de La Haya que había rechazado la impugnación chilena negando competencia de aquella Corte para admitir la demanda boliviana—, una instrucción emanada desde el mismo Ministerio de la Presidencia obligó a modificar el color del Pabellón de la Fuerza Naval Boliviana, usando el azul oscuro y añadiendo en la franja superior izquierda de esa bandera, junto a la tricolor, la wiphala. Surgió así el nuevo emblema denominado Bandera de la Reivindicación Marítima del Estado Plurinacional de Bolivia.
En espera de la decisión anunciada por la Corte de La Haya para el 24 de septiembre del 2015, el presidente Evo Morales izó por primera vez aquella bandera marítima, cuyo tono azul oscuro, desembozadamente similar a la bandera proselitista del partido dominante, no guardaba relación alguna con el Pabellón Naval original creado en 1966 —como emblema patrio de la naciente Armada Boliviana— por la Junta Militar que presidía el general Alfredo Ovando Candia, tras la crisis del desvío del río Lauca perpetrado por la oligarquía chilena en 1962.
Aquella bandera color “azul marino” que suplanta al pabellón color “azul mar” de Ovando, fue finalmente instituída como emblema marítimo oficial mediante una contradictoria Ley promulgada el 27 de marzo del pasado año 2017, y de ese modo el Pabellón Naval terminó fusionándose con la bandera partidaria del régimen.
Evo: crisis de liderazgo y sectarización de la causa marítima
La política de reivindicación marítima emprendida por el presidente Morales mediante su revolucionaria iniciativa ante la Corte de La Haya, es considerada uno de los mayores aciertos del régimen evista. Sin embargo, el error de modificar el color del emblema naval para favorecer sectariamente el potenciamiento electoral de su partido, podría echar por tierra esa estrategia unificadora de la identidad marítima nacional, aun siendo favorable el cercano fallo de La Haya.El Presidente transita por una senda que lo va aislando de un país crecientemente no masista; parece resignado a encabezar un proceso de rupturas y confrontaciones para constituir por vías violentas un gobierno prorroguista a ultranza, excluyente y hermético, cercado por un puñado de represores profesionales, ávidos de poder totalitario que no vacilan en transformar las más nobles causas de interés nacional y popular en motivo de chantaje, insulto y persecución. A esa perspectiva sombría que apunta hacia la instauración de un régimen de Partido Único y Total, parece estar contribuyendo cierta sinuosa oposición ultraderechista que reinstaura el racismo en la sociedad boliviana a partir de propalar un odio visceral contra Evo Morales debido a sus recurrentes impertinencias, fruto de malos consejeros y buenos lisonjeros que lo acompañan inamoviblemente buscando eternizar la impunidad de un mal Gobierno.
La Ley 920 que Morales promulgó hace un año para “legalizar” la fusión del Pabellón Naval con la bandera partidaria, podría ser un boomerang contra el propio Evo.
Dicha Ley se basa inicialmente en lo que dispone y estipula el Decreto de Ovando Candia en cuanto a las características fundamentales de la Bandera Naval, incluyendo el color original: azul “mar”. Teóricamente, la única variante consistiría en añadir junto a la tricolor boliviana, en el cuartel superior del campo, la wiphala, símbolo oficial del Estado Plurinacional. Sin embargo, en su mismo tenor, la Ley 920 introduce un artículo que abroga de facto el Decreto 7583, sustituyendo el azul “mar” con un azul “marino”, más oscuro.
Llama la atención que ningún legislador de la oposición, ni ningún especialista del tema marítimo, advirtió de esa anomalía, permitiendo que un nuevo error político y legal se sume a la kilométrica cadena de errores que están llevando al Presidente hacia el debilitamiento de un liderazgo que se torna cada vez menos indígena y mucho menos democrático.
Inexplicable contraposición de dos colores en la Ley 920
El Decreto 7583 del 13 de abril de 1966 creó el “Pabellón de la Fuerza Naval Boliviana” como complemento a un decreto anterior dictado el 8 de enero de ese año cuando la antigua Fuerza Fluvial y Lacustre (sólo dedicada a controlar ríos y lagos) fue reemplazada por la Fuerza Naval Boliviana, conocida también como Armada Boliviana, en acto de reafirmación marítima de las FF.AA. ante la agresión chilena de desviar el cauce del río Lauca. Dicho Pabellón Naval ya era entonces, por tanto, un emblema de la Reivindicación Marítima del pueblo boliviano.El Decreto de Ovando dispone en su artículo único:
“Créase el Pabellón de la Fuerza Naval Boliviana, con las siguientes características: Campo, azul-mar;
en el ángulo superior izquierdo la Enseña Nacional con nueve estrellas
que representan a los nueve departamentos del país, al centro, una
estrella de mayor tamaño en representación del Litoral”.
El 21 de marzo del 2017 el Senado Nacional sancionó la Ley 920
creando la Bandera de la Reivindicación Marítima del Estado
Plurinacional. Se mantiene el diseño original del Pabellón Naval de 1966
—pues el Decreto 7583 no fue formalmente derogado ni abrogado—; con el
único añadido en el ángulo superior izquierdo, junto a la tricolor, de
la wiphala que representa al actual proceso de una nueva configuración estatal.Dicha Ley promulgada por el presidente Morales el 27 de marzo del pasado año, contiene diez artículos y una disposición final. Respecto al color de la bandera, la norma incurre en una ostensible contradicción al adoptar el diseño y el tono azul claro (“azul-mar”) del Decreto 7583; y sin embargo más adelante especifica un color más oscuro (“azul marino”) como si fuese la bandera del MAS. Además, ordena a la Fuerza Naval Boliviana llevar como emblema de arma el nuevo pabellón con ese color distinto al originalmente dispuesto en 1966.
En su artículo 4, la Ley 920 mantiene fielmente el color instituido por el Decreto 7583, bajo la siguiente descripción:
“La Bandera de Reivindicación Marítima del Estado Plurinacional de Bolivia, consta de campo azul mar;
en el cuadrante superior izquierdo la Bandera Tricolor junto a la
Wiphala, con nueve estrellas pequeñas de cinco puntas color dorado
alrededor y en el cuadrante inferior derecho una estrella mediana de
cinco puntas color dorado”.
El artículo 5 referido a la simbología de los colores, vuelve a
ratificar el color semi-celeste instituido en el Decreto de Ovando para
el Pabellón Naval:
“a) Azul Mar. El campo azul mar representa la zona marítima del Océano Pacífico.
b) Bandera Tricolor. Sus colores
representan a los héroes del nacimiento, preservación y consolidación
del Estado, las riquezas minerales del subsuelo, la riqueza de la
naturaleza y la esperanza de Bolivia.
c) Wiphala. Identifica el sistema
comunitario basado en la equidad, la igualdad, la armonía, la
solidaridad y la reciprocidad de Bolivia.
d) Estrellas Doradas. Representan los Departamentos de Bolivia y al histórico Departamento del Litoral Boliviano”.
Sin embargo, en el artículo 6 referido los colores que componen el
nuevo emblema, el color principal es inexplicablemente modificado con un
tono más oscuro:
“Los colores de la Bandera de Reivindicación Marítima, son los siguientes de acuerdo al Código Pantone:
a) Campo Azul Marino, código pantone 281 C.
b) Bandera Tricolor, los señalados en norma específica.
c) Bandera Wiphala, los señalados en norma específica.
d) Estrellas Doradas, código pantone 612 C.”
Resulta entonces que el nuevo Pabellón Naval lleva exactamente el
mismo color de la bandera proselitista del partido gobernante (azul marino);
y al parecer no por mera casualidad como puede objetivarse en la
contradictoria redacción de la Ley 920, aprobada y sancionada ante la
indiferencia y el silencio cómplice de los mismos legisladores de la
oposición anti-evista.La nueva bandera es de uso obligatorio en todas las entidades del Estado Plurinacional así como en todas unidades educativas y universidades públicas y privadas, siendo obligatorio izarla “todos los días lunes del mes de marzo de cada año, en el frontis de sus respectivos inmuebles”. También dispone que en todas las efemérides cívicas, “la población civil izará la Bandera de Reivindicación Marítima en sus casas y edificios, siendo extensivo este derecho a los extranjeros que quieran hacerlo”.
Y en su disposición final, la Ley 920 imparte una disposición ya implementada en septiembre del 2015 a iniciativa del entonces Ministro de la Presidencia:
“Se establece la Bandera de
Reivindicación Marítima del Estado Plurinacional de Bolivia, como
Pabellón Oficial de la Armada Boliviana”.
Que los “operadores” legislativos del “quintanismo” habrían sido
quienes incurrieron en esa suplantación del original color marítimo de
Bolivia, en consonancia con la férrea “voluntad política” del
Estalinismo del Siglo XXI, es comprensible en cierto punto, si damos por
admisibles las enseñanzas de Maquiavelo. Lo llamativo es la
indiferencia y el silencio de los peritos y legisladores opositores que
pasaron por alto estos detalles a la hora de debatir y aprobar la
norma.Azul Mar y Azul Marino en el Código Pantone
En su artículo 3, la misma Ley 920 define el Código Pantone como “el nombre de la guía de colores mediante la cual se norma e identifica internacionalmente, la determinación del tono. Para la producción textil y otros medios de reproducción, los colores de la Bandera de Reivindicación Marítima se seleccionarán manteniendo un criterio de aproximación a los tonos señalados en la presente Ley”.Resulta inexplicable que los autores y redactores de aquella Ley, al tener supuesto conocimiento de la infinidad de tonos registrados en los miles de algoritmos del Código Pantone, hubieran soslayado el color Azul Mar establecido nítidamente en el Decreto de 1966 —reconocido y admitido además por ellos mismos—, para yuxtaponerlo y suplantarlo por un color de tonalidad totalmente diferente como es el Azul Marino.
Pantone es la famosa compañía norteamericana que desarrolló un sistema de identificación y codificación de colores en su más amplia gama y extensa tonalidad, y con más de diez mil nombres por cada color registrado. Su famosa Tabla es utilizada por industrias textileras, fabricantes de pinturas (Monopol en Bolivia, por ejemplo), de productos cosmetológicos como esmaltes de uñas, lápices labiales, etcétera.
Esta trasnacional del color lanzó sus famosas paletas policromáticas en 1963 y varios países incorporaron la codificación Pantone en sus legislaciones, especialmente para las descripciones de los colores de banderas. Desde entonces Pantone fue adoptada como norma internacional en cuestión de coloración de símbolos.
“El Parlamento Escocés ha debatido recientemente definición del color azul de la bandera escocesa como Pantone 300. Asimismo, otros países como Canadá y Corea del Sur indican colores Pantone específicos para la producción de banderas”, explica el experto David Catalán Sainz.
El Decreto 7583 de 1966 emitido durante el gobierno de Ovando se guía por aquella codificación internacional al definir el color del Pabellón Naval de la Armada Boliviana como “Azul Mar” (o “Azul del Mar”) que en la paleta cromática está registrada como Pantone 3015 C.
Si bien bien los artículos 4 y 5 de la Ley 920 reconocen la validez y vigencia del color instituido por el Decreto de Ovando para el Pabellón Naval (Azul Mar = Pantone 3015 C), extrañamente el inciso a) del artículo 6, en la misma Ley, contradice lo estipulado introduciendo —para el mismo pabellón— el Código Pantone 281 C, conocido en español bajo el denominativo de “Azul Marino” (en países como Inglaterra es el “Royal Blue” o en Estados Unidos “Dark Blue”, etcétera).
La diferencia de matices entre el Pantone 3015 C (Azul Mar | #006298) y el Pantone 281 C (Azul Marino | #002868) es abismal. El primero presenta un tono azul suave, casi celeste; mientras el segundo es un azul pesadamente oscuro.
El color Azul Marino suele ser más usado en uniformes escolares y militares. En Bolivia, una mayoría de las unidades educativas exigen ese color para chompas y pantalones de su alumnado. Sustituye al negro tradicional. Puede variar desde un tono azul medianamente oscuro hasta un color negro azulado.
Según informan Maerz & Paul en su “Diccionario del Color”, etimológicamente el Azul Marino, por los marineros, deriva del color usado ampliamente en uniformes de diversas marinas de guerra. Fue usado por los oficiales de la Marina Real Británica desde 1748 y, posteriormente, fue adoptado también por varias armadas del mundo. “Durante el siglo XIX, el color negro tuvo amplio dominio en las indumentarias consideradas serias. Sin embargo, los tintoreros usaron los pigmentos azul de Prusia y añil para lanzar a finales del siglo XIX la moda de telas y vestidos de color azul marino, lo que se convirtió en un fenómeno social. El azul marino ofreció la ventaja de ser tan sobrio como el negro, pero menos duro y sobre todo más barato. Especialmente después de la Primera Guerra Mundial, desplazó al negro en muchas profesiones tales como marinos, militares, gendarmes, policías, bomberos, funcionarios de correos, transportistas, etcétera. Sólo jueces y fiscales mantuvieron su indumentaria negra”.
En cambio el color Azul del Mar, como su nombre indica, simboliza con más exactitud la idea del espacio marítimo como tal. Su suave tono, casi celestial, denota sosiego, esperanza, unidad y armonía. Fue el color perfecto elegido de la paleta Pantone por el gobierno interino del general Alfredo Ovando Candia, cuando la Junta Militar de entonces había dotado a la naciente Armada Boliviana de un hermoso Pabellón Naval, símbolo original de la Reivindicación Marítima del pueblo boliviano. (Como nos recuerda el historiador y diplomático Gustavo Rodríguez Ostria, en su segundo mandato militar, 1969-1970, Ovando Candia nacionalizó la Gulf Oil Company de la mano de su ministro de Minas y Petróleo Marcelo Quiroga Santa Cruz; además de hacer realidad la instalación de la planta metalúrgica de la Empresa Nacional de Fundiciones, ENAF, creada durante su interinado del 66).
Ojalá las buenas conciencias dentro y fuera del Gobierno, y mejor si fuera la del propio Presidente y de los líderes honestos dentro el MAS, pudieran tener la fuerza ética necesaria para exigir la restitución inmediata del original emblema marítimo del país, con su color legal Azul Mar; y que esa bandera unificadora legada por el Gobierno Patriota del general Alfredo Ovando Candia pueda ser dignamente enarbolada en La Haya.
No reparar este error inducido con mala fe por un reducido sector partidocrático y neo-estalinista de la fuerza gobernante, podría causar un daño irreversible a la ya quebrantada unidad nacional.
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